jueves, 19 de abril de 2007

Soneto XVII: Promenade

El día de tu boda, tu trenzado
camino hacia el altar en mansedumbre,
cuando hilvanes con blanca certidumbre
la vereda escorzada de un reinado;

y mis ojos te busquen, y el bordado
de tu velo se encienda como lumbre,
y el pulso de tu gesto me deslumbre
mientras pronuncia un tu desposado;

cuando tu boca audaz de albaricoque
se extienda en amplio sí como abanico,
cuando el hueso del tiempo se disloque

en fragmentos de sal, y como añico
mi aliento se me quiebre, cuando evoque
tanto esfuerzo que en vano te dedico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Clasicazo! ¡Pedazo Garcilaso!