El día de tu boda, tu trenzado
camino hacia el altar en mansedumbre,
cuando hilvanes con blanca certidumbre
la vereda escorzada de un reinado;
y mis ojos te busquen, y el bordado
de tu velo se encienda como lumbre,
y el pulso de tu gesto me deslumbre
mientras pronuncia un sí tu desposado;
cuando tu boca audaz de albaricoque
se extienda en amplio sí como abanico,
cuando el hueso del tiempo se disloque
en fragmentos de sal, y como añico
mi aliento se me quiebre, cuando evoque
tanto esfuerzo que en vano te dedico.
jueves, 19 de abril de 2007
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1 comentario:
¡Clasicazo! ¡Pedazo Garcilaso!
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