Mi sombra.
No se oculta.
No me atrapa
más allá del acoso.
Sombra ciega
que a veces nunca está y a veces juega
persiguiendo mi cuerpo por el mapa.
Viscosa sombra,
tarde que derrapa
por las calles desnudas, se restriega
en la acera,
raspada, solariega,
besándome los pies como una lapa.
Rebelde al sol orondo y cuanto espigue
su luz trenzada;
su perfil que nombra
un mordisco de eclipse.
Calla y sigue
pertinaz, extendida como alfombra
su mancha que te busca y me persigue:
la sombra
de una sombra
de una sombra.
jueves, 12 de abril de 2007
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