Arrojar la añoranza de la menta
junto a todo un hogar, por la ventana
(después de haber subido la persiana,
obviamente);
lanzarla a la tormenta,
arrojarla en venganza, como afrenta
(quien dice menta dice valeriana
o dice manzanilla, o té, o tisana...),
a ver si alguna vez por fin revienta.
En fin, pero divago... La añoranza
de viejas sobremesas a tu lado
o tu sonrisa azul de adivinanza.
Y en vez de dos soy uno, abandonado
a la infusión de siempre y a la holganza,
perdiendo el tiempo en nada y demasiado.
lunes, 23 de abril de 2007
sábado, 21 de abril de 2007
Soneto XIX: El tren
Yo, para todo viaje, don Machado,
de mi casa al trabajo y del trabajo
a mi casa otra vez, siempre a destajo
trabajar, trabajar, ya estoy quemado;
agradecido a Dios si voy sentado;
si estoy de pie, cansino y cabizbajo;
recordando al cabrón que me sustrajo
la cartera de piel el mes pasado;
yo no sé que le ve, Machado, al tren,
que tanto traquetea, tanto oscila,
y en obras siempre tiene tantos tramos.
Apretar y empujar en el andén,
con agobio salir oliendo a axila...
En fin, del metro ya mejor ni hablamos.
de mi casa al trabajo y del trabajo
a mi casa otra vez, siempre a destajo
trabajar, trabajar, ya estoy quemado;
agradecido a Dios si voy sentado;
si estoy de pie, cansino y cabizbajo;
recordando al cabrón que me sustrajo
la cartera de piel el mes pasado;
yo no sé que le ve, Machado, al tren,
que tanto traquetea, tanto oscila,
y en obras siempre tiene tantos tramos.
Apretar y empujar en el andén,
con agobio salir oliendo a axila...
En fin, del metro ya mejor ni hablamos.
viernes, 20 de abril de 2007
Soneto XVIII: Perpetuum mobile
La amputación del sueño, los obscenos
peldaños que atestiguan las semanas,
la guarecida luz tras las persianas,
el chillido incansable de los frenos...
Mañanas de autobús, de asientos llenos
y un tiempo que se cuenta por manzanas;
de tráfico abrazado en caravanas
y encorbatados, grises nazarenos.
Con su Home Video System por bandera,
amo absoluto del control remoto;
de vuelta siempre al lodo en su trinchera
de callado ajedrez:
peón devoto,
peón hacia delante hasta que muera,
peón y esclavo con derecho a voto.
peldaños que atestiguan las semanas,
la guarecida luz tras las persianas,
el chillido incansable de los frenos...
Mañanas de autobús, de asientos llenos
y un tiempo que se cuenta por manzanas;
de tráfico abrazado en caravanas
y encorbatados, grises nazarenos.
Con su Home Video System por bandera,
amo absoluto del control remoto;
de vuelta siempre al lodo en su trinchera
de callado ajedrez:
peón devoto,
peón hacia delante hasta que muera,
peón y esclavo con derecho a voto.
jueves, 19 de abril de 2007
Soneto XVII: Promenade
El día de tu boda, tu trenzado
camino hacia el altar en mansedumbre,
cuando hilvanes con blanca certidumbre
la vereda escorzada de un reinado;
y mis ojos te busquen, y el bordado
de tu velo se encienda como lumbre,
y el pulso de tu gesto me deslumbre
mientras pronuncia un sí tu desposado;
cuando tu boca audaz de albaricoque
se extienda en amplio sí como abanico,
cuando el hueso del tiempo se disloque
en fragmentos de sal, y como añico
mi aliento se me quiebre, cuando evoque
tanto esfuerzo que en vano te dedico.
camino hacia el altar en mansedumbre,
cuando hilvanes con blanca certidumbre
la vereda escorzada de un reinado;
y mis ojos te busquen, y el bordado
de tu velo se encienda como lumbre,
y el pulso de tu gesto me deslumbre
mientras pronuncia un sí tu desposado;
cuando tu boca audaz de albaricoque
se extienda en amplio sí como abanico,
cuando el hueso del tiempo se disloque
en fragmentos de sal, y como añico
mi aliento se me quiebre, cuando evoque
tanto esfuerzo que en vano te dedico.
miércoles, 18 de abril de 2007
Soneto XVI: Trazos de aire
La esencia de un aliento – seco, espeso –
que arroga los domingos en cenizas
de sed...
me das la sed...
me tiranizas
con mi propio deseo. Terco, obseso
venerarte a punzadas,
hasta el hueso,
lienzo a medio rasgar pero hecho trizas.
Y anhelos desollados,
como tizas
mueren en las pizarras (con un beso);
y el vuelo del mosquito junto al arpa,
borracho entre sus cuerdas;
y un pequeño
propósito de amor frente a la escarpa,
y el tronzarse,
y el llanto pedigüeño:
y no eres más caricia que una zarpa,
y no ofreces más dádiva que un sueño.
que arroga los domingos en cenizas
de sed...
me das la sed...
me tiranizas
con mi propio deseo. Terco, obseso
venerarte a punzadas,
hasta el hueso,
lienzo a medio rasgar pero hecho trizas.
Y anhelos desollados,
como tizas
mueren en las pizarras (con un beso);
y el vuelo del mosquito junto al arpa,
borracho entre sus cuerdas;
y un pequeño
propósito de amor frente a la escarpa,
y el tronzarse,
y el llanto pedigüeño:
y no eres más caricia que una zarpa,
y no ofreces más dádiva que un sueño.
jueves, 12 de abril de 2007
Soneto XV: Cortejo
Mi sombra.
No se oculta.
No me atrapa
más allá del acoso.
Sombra ciega
que a veces nunca está y a veces juega
persiguiendo mi cuerpo por el mapa.
Viscosa sombra,
tarde que derrapa
por las calles desnudas, se restriega
en la acera,
raspada, solariega,
besándome los pies como una lapa.
Rebelde al sol orondo y cuanto espigue
su luz trenzada;
su perfil que nombra
un mordisco de eclipse.
Calla y sigue
pertinaz, extendida como alfombra
su mancha que te busca y me persigue:
la sombra
de una sombra
de una sombra.
No se oculta.
No me atrapa
más allá del acoso.
Sombra ciega
que a veces nunca está y a veces juega
persiguiendo mi cuerpo por el mapa.
Viscosa sombra,
tarde que derrapa
por las calles desnudas, se restriega
en la acera,
raspada, solariega,
besándome los pies como una lapa.
Rebelde al sol orondo y cuanto espigue
su luz trenzada;
su perfil que nombra
un mordisco de eclipse.
Calla y sigue
pertinaz, extendida como alfombra
su mancha que te busca y me persigue:
la sombra
de una sombra
de una sombra.
lunes, 9 de abril de 2007
Soneto XIV: Navegantes
Desde tu entraña suave, cuidadosa
laguna agonizante de indecisa
arquitectura ardiente, tan precisa
que edifica tu cuerpo. Rosa a rosa.
Desde el quejido inerte en que reposa
la extraña dimensión que te requisa
en renuncia tiránica y sumisa
-océanos de paz-,
y como diosa
de aliento incandescente y moribundo
te arrogas junto a mí, comprometiendo
dócil piélago,
cálido,
profundo,
navegado en placer,
remaneciendo:
Me arrancas un instante de este mundo
que a veces, sin tu cuerpo, no comprendo.
laguna agonizante de indecisa
arquitectura ardiente, tan precisa
que edifica tu cuerpo. Rosa a rosa.
Desde el quejido inerte en que reposa
la extraña dimensión que te requisa
en renuncia tiránica y sumisa
-océanos de paz-,
y como diosa
de aliento incandescente y moribundo
te arrogas junto a mí, comprometiendo
dócil piélago,
cálido,
profundo,
navegado en placer,
remaneciendo:
Me arrancas un instante de este mundo
que a veces, sin tu cuerpo, no comprendo.
domingo, 8 de abril de 2007
Soneto XIII: Auditora
Tiene nombre de niña,
leve,
Anita,
y lo intenta esconder con la elegancia
de traje con chaqueta, la distancia
de un equipo auditor en comandita
y ordenador portátil.
Acredita
True and Fair View del coste y la ganancia,
su cliente masticando envidia rancia
cocida a fuego lento, por marmita
puro deseo:
tersa,
celebrada
y un panal en su blusa.
Lienzo;
raso
aledaño de un torso, sibarita
faro en ascuas.
El ansia y la callada
pregunta ante el desplome del ocaso:
tu cuerpo, por las noches, ¿quién lo audita?
leve,
Anita,
y lo intenta esconder con la elegancia
de traje con chaqueta, la distancia
de un equipo auditor en comandita
y ordenador portátil.
Acredita
True and Fair View del coste y la ganancia,
su cliente masticando envidia rancia
cocida a fuego lento, por marmita
puro deseo:
tersa,
celebrada
y un panal en su blusa.
Lienzo;
raso
aledaño de un torso, sibarita
faro en ascuas.
El ansia y la callada
pregunta ante el desplome del ocaso:
tu cuerpo, por las noches, ¿quién lo audita?
sábado, 7 de abril de 2007
Soneto XII: Uvas
El ansia en los relojes. Cierra el año
con su telón incinerado y ciego:
prisas en la cocina tras el fuego
y desatada guerra por el baño.
Brindar es tradición, sólo un peldaño
de inminencias en limbo; tosco y lego
proyecto:
travesías para luego,
después,
mañana,
nunca...
Verde engaño,
bruñendo en cada trago su remanso
y enhebrando un eterno laberinto,
granizándose en días. Sin descanso.
Verde engaño: olvidar el año extinto;
sed de otro calendario -docto, manso-;
y afán de que esta vez sea distinto.
con su telón incinerado y ciego:
prisas en la cocina tras el fuego
y desatada guerra por el baño.
Brindar es tradición, sólo un peldaño
de inminencias en limbo; tosco y lego
proyecto:
travesías para luego,
después,
mañana,
nunca...
Verde engaño,
bruñendo en cada trago su remanso
y enhebrando un eterno laberinto,
granizándose en días. Sin descanso.
Verde engaño: olvidar el año extinto;
sed de otro calendario -docto, manso-;
y afán de que esta vez sea distinto.
viernes, 6 de abril de 2007
Soneto XI: Terraza
Tomé mi asiento aquí, en esta terraza
frente a aquella mujer, la de la mesa
del fondo, lepidóptera y obesa,
hablando a puro grito y sin mordaza:
“Es muy mala esta salsa de mostaza”.
“Es necio llevar bolso porque pesa”.
“Es peor el tampón que la compresa”.
“La sacarina es mala y no adelgaza”.
Rebosa en opinión: de extranjería,
del tiempo, del café, de la cerveza,
de política, dios, de astrología...
Bendita paz.
Bendita ligereza.
Yo quisiera habitar, tan sólo un día,
ese mundo indeleble, esa certeza.
frente a aquella mujer, la de la mesa
del fondo, lepidóptera y obesa,
hablando a puro grito y sin mordaza:
“Es muy mala esta salsa de mostaza”.
“Es necio llevar bolso porque pesa”.
“Es peor el tampón que la compresa”.
“La sacarina es mala y no adelgaza”.
Rebosa en opinión: de extranjería,
del tiempo, del café, de la cerveza,
de política, dios, de astrología...
Bendita paz.
Bendita ligereza.
Yo quisiera habitar, tan sólo un día,
ese mundo indeleble, esa certeza.
miércoles, 4 de abril de 2007
Soneto X: Paté
Ser sólo un hígado
(no pato
ni oca)
sustituyendo el hambre por embudo
de alimento mordaz
(procaz,
tozudo)
nueve veces al día y por la boca.
Comer cuando es la hora,
porque toca,
hasta trocar la víscera en engrudo.
He aquí el motivo
(sádico,
sesudo):
La Ciencia Empresarial no se equivoca.
Cuánto esófago angosto, cuánto,
cuánta
costilla inoportuna, cómo oprimen
tanto hígado paciente y cuánto aguanta,
esperando tan sólo que lo afinen
y juntar nuestra historia en la garganta:
qué exquisito foie gras,
qué sucio crimen.
(no pato
ni oca)
sustituyendo el hambre por embudo
de alimento mordaz
(procaz,
tozudo)
nueve veces al día y por la boca.
Comer cuando es la hora,
porque toca,
hasta trocar la víscera en engrudo.
He aquí el motivo
(sádico,
sesudo):
La Ciencia Empresarial no se equivoca.
Cuánto esófago angosto, cuánto,
cuánta
costilla inoportuna, cómo oprimen
tanto hígado paciente y cuánto aguanta,
esperando tan sólo que lo afinen
y juntar nuestra historia en la garganta:
qué exquisito foie gras,
qué sucio crimen.
martes, 3 de abril de 2007
Soneto IX: Vergel
Ser viejo verde es más que un mal deseo.
Somos cadáver y ojos, la elegía
antes de tiempo, afán de eucaristía
en la carne festiva y el gorjeo.
Ser viejo verde es más que ansiar trofeo.
No dormimos: la noche es agonía
de lobo hambriento y mudo, cobardía
inerme para el diente y el saqueo.
Ser viejo verde es más que una saliva
a borbotones, más que un mal concurso,
más que hormona gastada o corrosiva,
y es más que erial, y es más que el suave curso
de un río añil:
nadar corriente arriba
maldiciendo sus aguas,
su transcurso.
Somos cadáver y ojos, la elegía
antes de tiempo, afán de eucaristía
en la carne festiva y el gorjeo.
Ser viejo verde es más que ansiar trofeo.
No dormimos: la noche es agonía
de lobo hambriento y mudo, cobardía
inerme para el diente y el saqueo.
Ser viejo verde es más que una saliva
a borbotones, más que un mal concurso,
más que hormona gastada o corrosiva,
y es más que erial, y es más que el suave curso
de un río añil:
nadar corriente arriba
maldiciendo sus aguas,
su transcurso.
lunes, 2 de abril de 2007
Soneto VIII: Cuento de hadas
Sea la camarera una princesa,
sea este bar palacio o un castillo,
hechizo el humo de este cigarrillo,
y la sombrilla halcón, y el sol su presa.
Sea un baile esta calma sobremesa,
sea varita mágica el pitillo,
y pócima el café y su azucarillo,
y breve cuento de hadas nuestra mesa.
Y sea esta galleta la manzana,
y seas la princesa que la muerde,
y rompa el maleficio aquella rana,
que aunque te besa con su boca verde
y aunque croa anodina y con desgana,
yo soy príncipe azul que siempre pierde.
sea este bar palacio o un castillo,
hechizo el humo de este cigarrillo,
y la sombrilla halcón, y el sol su presa.
Sea un baile esta calma sobremesa,
sea varita mágica el pitillo,
y pócima el café y su azucarillo,
y breve cuento de hadas nuestra mesa.
Y sea esta galleta la manzana,
y seas la princesa que la muerde,
y rompa el maleficio aquella rana,
que aunque te besa con su boca verde
y aunque croa anodina y con desgana,
yo soy príncipe azul que siempre pierde.
domingo, 1 de abril de 2007
Soneto VII: Cosmos
Ingrávido en el cosmos de tu lecho
y sábanas de ardor; su piel sedienta
que la noche bordó como tormenta
en galernas de talle, muslo y pecho;
con licores de sorbo satisfecho,
gozos por sed y sed por vestimenta;
instinto que se explora y que se tienta
sin culpa, con deleite y sin derecho.
Desconozco el porqué de tu descenso
por mi cuerpo, ni cómo me lo excava
con avidez, con arañazo intenso.
Me quedo sin palabras, se me acaba
cuanto quise decir. A ver que pienso...
a ver, no sé... ¿maciza escandinava?
y sábanas de ardor; su piel sedienta
que la noche bordó como tormenta
en galernas de talle, muslo y pecho;
con licores de sorbo satisfecho,
gozos por sed y sed por vestimenta;
instinto que se explora y que se tienta
sin culpa, con deleite y sin derecho.
Desconozco el porqué de tu descenso
por mi cuerpo, ni cómo me lo excava
con avidez, con arañazo intenso.
Me quedo sin palabras, se me acaba
cuanto quise decir. A ver que pienso...
a ver, no sé... ¿maciza escandinava?
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