viernes, 22 de junio de 2007

Soneto XXXVII: Blue Soul

Desconozco su nombre. Se me inserta
hasta la misma entraña su homicida
voz de un derrumbe azul. Desconocida,
melódica y cercana; pero incierta.

Es una voz, no sé, tal vez de muerta.
No, no, mejor: de ménade dolida.
Es una voz pastosa y aterida,
como llanto en la paz tras la reyerta.

¿No entiendes nada? Nadie entiende nada.
Cada verso que escribo se malgasta
en abstracción absurda aunque rimada.

Hay sólo una razón iconoclasta
para hablar de esa voz de madrugada:
que suena como tú, y eso me basta.

No hay comentarios: