Se despierta plomizo, interfiriendo
algún mundo feliz, oscura fe
y gritos de una alarma por traspié:
otra noche violada con estruendo.
Se ducha a toda prisa, agradeciendo
la cotidiana coz, el puntapié
de un vigor anegado en el café:
el alma en una taza de agua hirviendo.
Baja ocho pisos, corre por el metro;
puntual frente a la puerta, como un clavo
llega al trabajo.
Cuando acaba retro-
cede el trayecto,
sube hasta el octavo,
y de nuevo en su casa toma el cetro.
Un hombre como tantos, un esclavo.
lunes, 25 de junio de 2007
Soneto XLI: Ruinas
Se ocultan tras los pórticos sus llaves,
reposan incendiadas bajo espuma
de la piedra en los siglos.
Se rezuma
podredumbre en su término, las aves
salpicando de luz, los arquitrabes
con su brisa anegada.
Cuánto exhuma
su tiempo imperceptible. Cuánta pluma
entregada a perímetros.
Tan suaves
rotos en luz, quebrados como entonces,
deshilachados lodos.
Suda y brota
y esculpe sobre arcilla una caterva.
Se ocultan tras los pórticos,
sus gonces
son desgarro y chillido, herencia rota,
y la Historia de Europa nos observa.
reposan incendiadas bajo espuma
de la piedra en los siglos.
Se rezuma
podredumbre en su término, las aves
salpicando de luz, los arquitrabes
con su brisa anegada.
Cuánto exhuma
su tiempo imperceptible. Cuánta pluma
entregada a perímetros.
Tan suaves
rotos en luz, quebrados como entonces,
deshilachados lodos.
Suda y brota
y esculpe sobre arcilla una caterva.
Se ocultan tras los pórticos,
sus gonces
son desgarro y chillido, herencia rota,
y la Historia de Europa nos observa.
domingo, 24 de junio de 2007
Soneto XL: Crónica de una abducción
Mister Burtoo, setenta y siete años.
Mientras duerme un sopor de fuego y brasa,
un día es abducido de su casa
por entes enigmáticos, extraños.
No hicieron falta coacción, ni engaños
para un senil de voluntad escasa
que temió más las burlas y la guasa
que abusos alienígenas o daños.
Tras ser atentamente examinado
fue devuelto a su granja de labriego,
marcado como inútil por los seres.
Mister Burtoo, tullido y atrofiado,
mi incapaz compañero, mi alter ego:
¿Eran extraterrestres... o mujeres?
Mientras duerme un sopor de fuego y brasa,
un día es abducido de su casa
por entes enigmáticos, extraños.
No hicieron falta coacción, ni engaños
para un senil de voluntad escasa
que temió más las burlas y la guasa
que abusos alienígenas o daños.
Tras ser atentamente examinado
fue devuelto a su granja de labriego,
marcado como inútil por los seres.
Mister Burtoo, tullido y atrofiado,
mi incapaz compañero, mi alter ego:
¿Eran extraterrestres... o mujeres?
sábado, 23 de junio de 2007
Soneto XXXIX: Sonetillo
Este soneto rima todo en elle
y describe la esencia de un capullo
sin pétalos ni sépalos ni orgullo,
mar sin estrella y puerto sin su muelle.
Mar ni puerto. Ni dique en que se estrelle
más allá de algún llanto en que zambullo
al náufrago que acepta sin murmullo
la vida que lo ahoga o lo degüelle.
La vida que lo ahogue o lo degüella,
cuya daga disfruta con un cuello
para el corte que un mal destino sella:
Una vida sin brillo ni destello,
sin cúspide, sin plétora y sin huella,
y el olor del fracaso como sello.
y describe la esencia de un capullo
sin pétalos ni sépalos ni orgullo,
mar sin estrella y puerto sin su muelle.
Mar ni puerto. Ni dique en que se estrelle
más allá de algún llanto en que zambullo
al náufrago que acepta sin murmullo
la vida que lo ahoga o lo degüelle.
La vida que lo ahogue o lo degüella,
cuya daga disfruta con un cuello
para el corte que un mal destino sella:
Una vida sin brillo ni destello,
sin cúspide, sin plétora y sin huella,
y el olor del fracaso como sello.
Soneto XXXVIII: Alba
Perdóname mis manos y mis ojos
que viven para ti.
Dame el primero
de tanto aliento,
rasga los cerrojos
que abren tu día ocioso y zalamero.
Perdóname este cuerpo que te busca
a ocasión del placer,
o que te tañe
de pura sed.
Perdóname la brusca
lujuria añil,
perdona que te arañe
ese cuello incesante,
sí,
perdona
que me pierda entre el beso y la sutura
que ata tus piernas.
Mágica corona,
los ojos de una piel por armadura,
perdóname y desbócate sin brida;
incéndiate,
mujer,
desconocida.
que viven para ti.
Dame el primero
de tanto aliento,
rasga los cerrojos
que abren tu día ocioso y zalamero.
Perdóname este cuerpo que te busca
a ocasión del placer,
o que te tañe
de pura sed.
Perdóname la brusca
lujuria añil,
perdona que te arañe
ese cuello incesante,
sí,
perdona
que me pierda entre el beso y la sutura
que ata tus piernas.
Mágica corona,
los ojos de una piel por armadura,
perdóname y desbócate sin brida;
incéndiate,
mujer,
desconocida.
viernes, 22 de junio de 2007
Soneto XXXVII: Blue Soul
Desconozco su nombre. Se me inserta
hasta la misma entraña su homicida
voz de un derrumbe azul. Desconocida,
melódica y cercana; pero incierta.
Es una voz, no sé, tal vez de muerta.
No, no, mejor: de ménade dolida.
Es una voz pastosa y aterida,
como llanto en la paz tras la reyerta.
¿No entiendes nada? Nadie entiende nada.
Cada verso que escribo se malgasta
en abstracción absurda aunque rimada.
Hay sólo una razón iconoclasta
para hablar de esa voz de madrugada:
que suena como tú, y eso me basta.
hasta la misma entraña su homicida
voz de un derrumbe azul. Desconocida,
melódica y cercana; pero incierta.
Es una voz, no sé, tal vez de muerta.
No, no, mejor: de ménade dolida.
Es una voz pastosa y aterida,
como llanto en la paz tras la reyerta.
¿No entiendes nada? Nadie entiende nada.
Cada verso que escribo se malgasta
en abstracción absurda aunque rimada.
Hay sólo una razón iconoclasta
para hablar de esa voz de madrugada:
que suena como tú, y eso me basta.
jueves, 21 de junio de 2007
Soneto XXXVI: Tránsito
Ardes como un café:
calmo, escaldado
bajo dedos tenaces y aprendices;
alambicas placeres,
con barnices
que reinvento en tu piel y a puro nado.
Ese ardor de mujer, tan... ordenado
y zafado en suspiros,
en raíces
eternas e impertérritas,
matices
más allá de lo indómito callado.
De mi mano has cruzado un largo trecho,
blando océano,
trémula en unciones
que gozo al navegar,
insatisfecho
como impaciente nido de gorriones
que ansía entre las sábanas.
Y el lecho
aguarda que te des,
que te abandones.
calmo, escaldado
bajo dedos tenaces y aprendices;
alambicas placeres,
con barnices
que reinvento en tu piel y a puro nado.
Ese ardor de mujer, tan... ordenado
y zafado en suspiros,
en raíces
eternas e impertérritas,
matices
más allá de lo indómito callado.
De mi mano has cruzado un largo trecho,
blando océano,
trémula en unciones
que gozo al navegar,
insatisfecho
como impaciente nido de gorriones
que ansía entre las sábanas.
Y el lecho
aguarda que te des,
que te abandones.
martes, 19 de junio de 2007
Soneto XXXV: Competencias
Las íntimas labores de la hormiga:
tiznada en su destino y en su origen
por demiurgos de afán que la dirigen
más allá del asueto y la fatiga.
El bronce escarabajo en la boñiga:
codicias aromáticas lo rigen
a cúmulos de unción que lo cobijen,
hacia una mierda hogar, manjar y amiga.
Hoy la hormiga prosigue su trabajo
de trigo atesorado en laberinto;
hoy molda su puré el escarabajo
—trabajo igual de digno aunque distinto—;
como sigue mi espíritu a destajo
recolectando hastío: por instinto.
tiznada en su destino y en su origen
por demiurgos de afán que la dirigen
más allá del asueto y la fatiga.
El bronce escarabajo en la boñiga:
codicias aromáticas lo rigen
a cúmulos de unción que lo cobijen,
hacia una mierda hogar, manjar y amiga.
Hoy la hormiga prosigue su trabajo
de trigo atesorado en laberinto;
hoy molda su puré el escarabajo
—trabajo igual de digno aunque distinto—;
como sigue mi espíritu a destajo
recolectando hastío: por instinto.
lunes, 11 de junio de 2007
Soneto XXXIV: Knappe Lekkere Meiden
Las cuchillas de un vuelo y el grumoso
tejido de resinas que nos cubre,
murciélago esperando que elucubre
la frontera entre el sueño y el reposo.
Gabarra a volapié, invisible foso
de impávida estampida que descubre
su techumbre, su vértice salubre
blandiendo tres arpones y un coloso.
Ralo mundo habitáis de ciega estopa,
centinelas de sol, de cabalgatas,
que a lomos de horizontes se galopa;
alzado friso azul sin columnatas
de un cielo que vestís en vuestra ropa,
ninfas del aire, hermosas azafatas.
tejido de resinas que nos cubre,
murciélago esperando que elucubre
la frontera entre el sueño y el reposo.
Gabarra a volapié, invisible foso
de impávida estampida que descubre
su techumbre, su vértice salubre
blandiendo tres arpones y un coloso.
Ralo mundo habitáis de ciega estopa,
centinelas de sol, de cabalgatas,
que a lomos de horizontes se galopa;
alzado friso azul sin columnatas
de un cielo que vestís en vuestra ropa,
ninfas del aire, hermosas azafatas.
domingo, 10 de junio de 2007
Soneto XXXIII: Paseo marítimo
La pared de mi espíritu se encala
desde andamios que erigen mi derrota
como furia fugaz, como gaviota
que al vuelo y con sus heces me apuñala.
Heces, mierda, que fluye y que resbala
desmaquillando un rostro gota a gota,
revelando en la víctima un idiota
cuya suerte persigue y acorrala.
Mierda y luz que se alzó como barrera
y taladrado son de acantilado,
mierda y luz que torturan mi ceguera,
muro gelatinoso y encalado,
pared para mi espíritu, frontera
entre un mundo de mierda y un pringado.
desde andamios que erigen mi derrota
como furia fugaz, como gaviota
que al vuelo y con sus heces me apuñala.
Heces, mierda, que fluye y que resbala
desmaquillando un rostro gota a gota,
revelando en la víctima un idiota
cuya suerte persigue y acorrala.
Mierda y luz que se alzó como barrera
y taladrado son de acantilado,
mierda y luz que torturan mi ceguera,
muro gelatinoso y encalado,
pared para mi espíritu, frontera
entre un mundo de mierda y un pringado.
viernes, 8 de junio de 2007
Soneto XXXII: Epítome
Te describes con broches, alfileres
que pespuntan tu orgullo: delicada,
de buen gusto, sagaz, sofisticada
(como decís ser todas las mujeres);
hábil y apasionada en los placeres,
divertida, brillante, liberada,
sin machismos, sutil, espabilada,
segura, perspicaz... y no lo eres.
Eres voluble, injusta, un poco guarra
de sutileza tosca y resoluta,
te bulle la entrepierna ante el macarra;
eres artificial, y más que astuta
pendenciera, propensa a la gabarra,
y cuando te conviene un poco puta.
que pespuntan tu orgullo: delicada,
de buen gusto, sagaz, sofisticada
(como decís ser todas las mujeres);
hábil y apasionada en los placeres,
divertida, brillante, liberada,
sin machismos, sutil, espabilada,
segura, perspicaz... y no lo eres.
Eres voluble, injusta, un poco guarra
de sutileza tosca y resoluta,
te bulle la entrepierna ante el macarra;
eres artificial, y más que astuta
pendenciera, propensa a la gabarra,
y cuando te conviene un poco puta.
domingo, 3 de junio de 2007
Soneto XXXI: Bastidores
Me oculto audaz, sagaz, tras los telones
con sigilo de astuta comadreja,
azogue en el gaznate, en la madeja
que algún autor tejió como aguijones;
que tejió con arredro y con pasiones
concebidas para otros; que me aleja
con paciencia de dócil candileja
a un papel sin lugar ni acotaciones.
Espero aquí mi turno innecesario
—dos horas de cansina vigilancia—
con porvenir de ingenuo presidiario:
No poder escapar de esta obra rancia
donde soy personaje secundario,
un extra que carece de importancia.
con sigilo de astuta comadreja,
azogue en el gaznate, en la madeja
que algún autor tejió como aguijones;
que tejió con arredro y con pasiones
concebidas para otros; que me aleja
con paciencia de dócil candileja
a un papel sin lugar ni acotaciones.
Espero aquí mi turno innecesario
—dos horas de cansina vigilancia—
con porvenir de ingenuo presidiario:
No poder escapar de esta obra rancia
donde soy personaje secundario,
un extra que carece de importancia.
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