Un jilguero lo anuncia:
los disfraces
de un sol desvencijado, en las cortinas
esplendor despertando las encinas
con gavilla abrazada.
Trigo en haces,
alba de zafios cuervos lenguaraces
y purísimo cielo, golondrinas
trazándose en domésticas resinas
que mastican cristal.
Tú solo yaces,
amaneciendo hambrienta, junto a lumbre
de cuerpo sin ardid,
de ardor legado
al terruño en la savia y en su higuera;
y eres predio en la tierra, y eres cumbre
de mansa paz,
de sueño acurrucado,
y abrazas y eres planta enredadera.
sábado, 19 de mayo de 2007
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