viernes, 18 de mayo de 2007

Soneto XXV: Velada

La cena es pura llama y acaricias
el mantel en silencio que se tensa
y nos declara náufragos,
                                     propensa
a instintos, sediciones, impudicias
entre esta llama terca de ficticias
flores que deshojamos.
                                    Llama intensa
y harapos de amistad que sólo piensa
incandescencias, vértigos, caricias.

Tres son los apetitos esta noche:
el plato está vacío de difuntos;
hemos bebido vino hasta el derroche;
puedo abreviar tu cuerpo en siete puntos
y todos ellos cierran con un broche:

No es suficiente el fuego, ni estar juntos.

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