El asfalto es más negro cuando suda
soledad
o bochorno,
que hasta escuece
en su tráfico ansioso, y se estremece
semáforo a semáforo, que anuda
la vida en un revuelto.
Piel desnuda
de una ciudad al sol que calla y cuece
en charcos de alquitrán,
que desfallece
en huella de neumáticos, que engruda
el caucho con dolor.
Erial urbano,
bruno asfalto de alfombra y de sudario
para el desarraigado ciudadano
caminando sin rumbo,
sin horario,
abrazando aire seco.
Y el verano
le dicta el paso:
lento,
solitario.
lunes, 14 de mayo de 2007
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