domingo, 27 de mayo de 2007

Soneto XXX: Procela para dos

Torrente de afilados lapiceros,
la lluvia de esta noche es pura fusta
con silbido rasgado, tralla adusta
que agrede la ciudad.

                                  Tras sus aleros
una tregua bicéfala se incrusta
en la blindada piel de los cajeros.

¿Podremos aplacar los aguaceros
de esta noche febril que casi asusta?

Somos charcos.

                               La noche nos diluvia
y acicala una noche en torno nuestro
que busca sólo un beso.

                                      De esta lluvia
queda un final sin roles ni maestro:
la desnudez de esta melena rubia
que, cabello a cabello, te secuestro.

sábado, 26 de mayo de 2007

Soneto XXIX: Collige bragas rosas

Te persigue esa edad que, al fin, ya tienes:
piel de papel couché, de espuma herida;
la edad de una muchacha zambullida
en sed de lencería y de sostenes.

(¿Por qué no hablarlo claro?: tantos penes
te ansían hoy...)

                           La edad de la avenida,
cabalgada vorágine sin brida,
como jovial batalla sin rehenes
de la que eres ejército:
                                    tus tropas
el no y el llanto, el sí, las vestimentas
del brindis juvenil que aún galopas.

Disfruta el césped, descubrir que a tientas
tientas, joven, pujando tras tus ropas;
y cuando cumplas más, no te arrepientas.

viernes, 25 de mayo de 2007

Soneto XXVIII: Día del Orgullo Friki

No olvidé ni mi capa ni mi espada
ni el casco de Darth Vader: no los tengo,
ni me gusta Star Trek, ni su abolengo
de estelares especies ensalada.

No llegaré a llamarlo bufonada
(ni puedo criticarlo ni lo arengo)
porque debo aceptar de dónde vengo:
la rareza es tan fiel como sagrada.

Rareza del que esboza poesía,
dilema entre lo friki y lo discreto,
contienda entre frikez y cobardía.

Hablaré al fin, compartiré el secreto
del friki mayor friki de este día:
soy tan friki que acabo este soneto.

domingo, 20 de mayo de 2007

Soneto XXVII: Nederlanders

Vivimos bajo el agua. Nos ahoga
desde su cielo agonizante – blanca
lluvia doliente, recia y cojitranca –
como cohibido abad que se desfoga.

Vivimos bajo el agua. Nos arroga
el cieno que los polders desatranca,
mientras el visitante se embarranca
feliz entre las putas y la droga.

Vivimos bajo el agua, sin reparo
secándole al océano los paños;
vencemos frente al agua.
                                     Por lo avaro,
miramos con recelo a los extraños
que afanan nuestras rubias, con descaro
y esos ojos hambrientos y castaños.

sábado, 19 de mayo de 2007

Soneto XXVI: Casa rural

Un jilguero lo anuncia:
                                  los disfraces
de un sol desvencijado, en las cortinas
esplendor despertando las encinas
con gavilla abrazada.

                                Trigo en haces,
alba de zafios cuervos lenguaraces
y purísimo cielo, golondrinas
trazándose en domésticas resinas
que mastican cristal.
                                Tú solo yaces,
amaneciendo hambrienta, junto a lumbre
de cuerpo sin ardid,
                              de ardor legado
al terruño en la savia y en su higuera;

y eres predio en la tierra, y eres cumbre
de mansa paz,
                        de sueño acurrucado,
y abrazas y eres planta enredadera.

viernes, 18 de mayo de 2007

Soneto XXV: Velada

La cena es pura llama y acaricias
el mantel en silencio que se tensa
y nos declara náufragos,
                                     propensa
a instintos, sediciones, impudicias
entre esta llama terca de ficticias
flores que deshojamos.
                                    Llama intensa
y harapos de amistad que sólo piensa
incandescencias, vértigos, caricias.

Tres son los apetitos esta noche:
el plato está vacío de difuntos;
hemos bebido vino hasta el derroche;
puedo abreviar tu cuerpo en siete puntos
y todos ellos cierran con un broche:

No es suficiente el fuego, ni estar juntos.

jueves, 17 de mayo de 2007

Soneto XXIV: Invitación

De tu sonrisa sobra todo...
  menos:

- la soga con que trenzo su añoranza,
- la deslucida, trágica esperanza
  de erigir un nosotros,
- o los truenos
  de afán en las arenas,
- o los cienos
  de fe y obtuso anhelo que no alcanza
  sino dolor,
- o el ansia sin templanza
  de labios,
- su brebaje,
- sus venenos
  (mecidos labios, arcos como cuna),
- la caricia del diente, tropelía
  rebosante en ahogo,
- la laguna
  que ignora mi dolor.

Respiro todavía;
entrégate otra vez, tan sólo una
vez más.

Me bastará.
Desnuda.
Mía.

lunes, 14 de mayo de 2007

Soneto XXIII: Caminante

El asfalto es más negro cuando suda
soledad
              o bochorno,
                                   que hasta escuece
en su tráfico ansioso, y se estremece
semáforo a semáforo, que anuda
la vida en un revuelto.

                                 Piel desnuda
de una ciudad al sol que calla y cuece
en charcos de alquitrán,
                                      que desfallece
en huella de neumáticos, que engruda
el caucho con dolor.

                                 Erial urbano,
bruno asfalto de alfombra y de sudario
para el desarraigado ciudadano
caminando sin rumbo,
                                    sin horario,
abrazando aire seco.

Y el verano
le dicta el paso:
                          lento,
                                      solitario.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Soneto XXII: Camarera Egipcia

Eres la forma eterna de la piedra;
la pirámide gris; la arquitectura
sin voraces aristas; la fisura
en losas, vegetándote de hiedra.

Eres mármol perenne que se arredra
en estatua y latido, en la cintura
de un cuerpo que se erige en armadura
y contra el tiempo pugna, lucha, medra.

No conoces futuro o biografía
sino el placer, ni cándida sonrisa
distinta a tu implacable simetría.

El destino te ungió sacerdotisa:
administra tu cuerpo día a día
y ya envejecerás, no tengas prisa.

domingo, 6 de mayo de 2007

Soneto XXI: Manhattan

Celaje y seducción,
                              alta polea
que estiró el hormigón a su objetivo
de bóvedas,
                   de azul.

                                Cielo cautivo
sajado por las torres que sortea,
celaje presentido de azotea
y alfombra de unas nubes.

                                       Sin motivo
ni causa,
               más allá de lo furtivo,
más allá de su sólida tarea,
dar un paso hacia el aire sea acaso
el suicidio perfecto:
                             deshonesto
contra el suicidio mismo (o el fracaso
que apunta el elegir).

                               Cándido gesto:
andar hacia delante, dar un paso,
y la gravitación consuma el resto.