martes, 3 de julio de 2007

Soneto XLVI: Etopeya

En el principio fueron garabatos,
musgo sin tierra y rama sin jilguero;
sangre turbia y tenaz sin asidero
ni excusa ni conciencia ni alegatos.

Ni mano sin laureles. Son retratos
que la edad me vomita al lapicero
como espigas, con fe de carpintero
y alma de peregrino sin zapatos.

Sin zapatos. Sin alma. Peregrino
de sangre desasida y pez viscosa,
sendero de aguarrás como camino:

más allá de una leña temerosa,
más allá de un nacer con desatino,
con el rumbo caudal de la babosa.

No hay comentarios: