Mustia lapa aterida, como losas
alfombran el desliz de la serpiente;
con reptar antropófago y paciente
deshilachando el rastro en las baldosas:
Pura viscosidad.
Negras babosas
escoltan tu cortejo, decadente
y azogado de puro complaciente,
enarbolada, en fin, como las diosas.
Me miras otra vez, labras inquieto
un adusto arrecife de arrebato:
el relinchar nervioso de algún reto.
¿Merece un corazón asesinato?
Sangrar no es privilegio. Ni el respeto:
amarte nunca fue parte del trato.
domingo, 15 de julio de 2007
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