El precio de la tierra, la pezuña
y chillidos de sable; su regreso
a vaina ensangrentada,
como espeso
cometido caudal. ¿Y quien la empuña?
¿Y quién, carnicería, nos acuña
y nos traza en gavilla a puro hueso?
La Historia son los piélagos de un yeso
que estuca negra sangre:
cuanto bruña
más allá del ardor, o el asesino:
un hombre
sobre un hombre
sobre un hombre,
y tanta carne absurda que se hiere.
¿Hay algo más allá de ese destino,
desahucios en la Historia sin un nombre
como otro cuerpo anónimo que muere?
miércoles, 18 de julio de 2007
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