“Mi hogar en la penumbra es torpemente;
chapoteo fugaz, desdibujado
en arterias sin sangre y sin legado,
enredado brozal arborescente.
“Mi cuerpo late a golpes de un relente
que hiela al respirar; mi rostro, prado
mustio y erial de un gesto en desagrado:
la bilis de un imbécil disidente.
“Llorar se ha vuelto puro anacronismo,
y es usted quien decide quién es cuerdo
porque la Pasta es hoy el catecismo.
“Como perro sin dientes ladro y muerdo:
ladro en la tierra, muerdo en el abismo
y necesito un préstamo. ¿De acuerdo?”
sábado, 21 de julio de 2007
miércoles, 18 de julio de 2007
Soneto LI: Huestes
El precio de la tierra, la pezuña
y chillidos de sable; su regreso
a vaina ensangrentada,
como espeso
cometido caudal. ¿Y quien la empuña?
¿Y quién, carnicería, nos acuña
y nos traza en gavilla a puro hueso?
La Historia son los piélagos de un yeso
que estuca negra sangre:
cuanto bruña
más allá del ardor, o el asesino:
un hombre
sobre un hombre
sobre un hombre,
y tanta carne absurda que se hiere.
¿Hay algo más allá de ese destino,
desahucios en la Historia sin un nombre
como otro cuerpo anónimo que muere?
y chillidos de sable; su regreso
a vaina ensangrentada,
como espeso
cometido caudal. ¿Y quien la empuña?
¿Y quién, carnicería, nos acuña
y nos traza en gavilla a puro hueso?
La Historia son los piélagos de un yeso
que estuca negra sangre:
cuanto bruña
más allá del ardor, o el asesino:
un hombre
sobre un hombre
sobre un hombre,
y tanta carne absurda que se hiere.
¿Hay algo más allá de ese destino,
desahucios en la Historia sin un nombre
como otro cuerpo anónimo que muere?
domingo, 15 de julio de 2007
Soneto L: ¿Que sirve para qué?
La poesía es inútil, sólo sirve
[...] para seducir una muchacha.
LUIS GARCíA MONTERO
Vamos a ver, don Luis, señor Montero:
me ahorro la pasión y el tono airado,
porque no está de más ser educado
aunque me agite usted el avispero.
No es por ser criticón ni traicionero,
pero escoja, entre dos, un postulado:
o bien se encuentra usted equivocado,
o bien se calla el truco verdadero.
Ignoro si describe o si promete,
si tiene corazón blando o perverso,
o si es su vocación la de alcahuete;
pero tanto poema y tanto verso
y aun así ligo menos que Espinete
en un concurso de Miss Universo.
[...] para seducir una muchacha.
LUIS GARCíA MONTERO
Vamos a ver, don Luis, señor Montero:
me ahorro la pasión y el tono airado,
porque no está de más ser educado
aunque me agite usted el avispero.
No es por ser criticón ni traicionero,
pero escoja, entre dos, un postulado:
o bien se encuentra usted equivocado,
o bien se calla el truco verdadero.
Ignoro si describe o si promete,
si tiene corazón blando o perverso,
o si es su vocación la de alcahuete;
pero tanto poema y tanto verso
y aun así ligo menos que Espinete
en un concurso de Miss Universo.
Soneto XLIX: Galanteo
Mustia lapa aterida, como losas
alfombran el desliz de la serpiente;
con reptar antropófago y paciente
deshilachando el rastro en las baldosas:
Pura viscosidad.
Negras babosas
escoltan tu cortejo, decadente
y azogado de puro complaciente,
enarbolada, en fin, como las diosas.
Me miras otra vez, labras inquieto
un adusto arrecife de arrebato:
el relinchar nervioso de algún reto.
¿Merece un corazón asesinato?
Sangrar no es privilegio. Ni el respeto:
amarte nunca fue parte del trato.
alfombran el desliz de la serpiente;
con reptar antropófago y paciente
deshilachando el rastro en las baldosas:
Pura viscosidad.
Negras babosas
escoltan tu cortejo, decadente
y azogado de puro complaciente,
enarbolada, en fin, como las diosas.
Me miras otra vez, labras inquieto
un adusto arrecife de arrebato:
el relinchar nervioso de algún reto.
¿Merece un corazón asesinato?
Sangrar no es privilegio. Ni el respeto:
amarte nunca fue parte del trato.
miércoles, 4 de julio de 2007
Soneto XLVIII: Andrea Absolonová R.I.P.
Andrea fue la furia disidente
de lo humano y el grito.
Desbocada
en lo animal del cuerpo. La cruzada
de espiritualizarse en lo aparente.
Andrea fue intangible y fue torrente
de carne en la pantalla.
Dentellada
más allá del océano. Fachada
de algo así como porno.
Transparente
Andrea de un destino furibundo.
Lienzo de luz. Pincel tras caballete
trazado con placer.
Sudor y nieves.
Simbolizó la vida frente al mundo
y así lo abandonó a los veintisiete.
Andrea murió en jueves.
de lo humano y el grito.
Desbocada
en lo animal del cuerpo. La cruzada
de espiritualizarse en lo aparente.
Andrea fue intangible y fue torrente
de carne en la pantalla.
Dentellada
más allá del océano. Fachada
de algo así como porno.
Transparente
Andrea de un destino furibundo.
Lienzo de luz. Pincel tras caballete
trazado con placer.
Sudor y nieves.
Simbolizó la vida frente al mundo
y así lo abandonó a los veintisiete.
Andrea murió en jueves.
Soneto XLVII: Candado
La playa es pura arena. Dos amantes
con su cita imposible.
La fiereza
de sus besos girados; la cabeza
quebrándose a mordiscos ambulantes.
El verano es edén para estudiantes:
meses de pura holganza entre cerveza,
loción solar, bikinis de una pieza...
Bendita edad.
Cachorros arrogantes,
sabéis cómo es la vida de algún modo
fácil, abstracto, despreocupado;
alternáis:
empinar
e hincar
el codo,
os besáis como cepo.
Y el candado
se reboza de playa: pieles, yodo,
arenas sin futuro y sin pasado.
con su cita imposible.
La fiereza
de sus besos girados; la cabeza
quebrándose a mordiscos ambulantes.
El verano es edén para estudiantes:
meses de pura holganza entre cerveza,
loción solar, bikinis de una pieza...
Bendita edad.
Cachorros arrogantes,
sabéis cómo es la vida de algún modo
fácil, abstracto, despreocupado;
alternáis:
empinar
e hincar
el codo,
os besáis como cepo.
Y el candado
se reboza de playa: pieles, yodo,
arenas sin futuro y sin pasado.
martes, 3 de julio de 2007
Soneto XLVI: Etopeya
En el principio fueron garabatos,
musgo sin tierra y rama sin jilguero;
sangre turbia y tenaz sin asidero
ni excusa ni conciencia ni alegatos.
Ni mano sin laureles. Son retratos
que la edad me vomita al lapicero
como espigas, con fe de carpintero
y alma de peregrino sin zapatos.
Sin zapatos. Sin alma. Peregrino
de sangre desasida y pez viscosa,
sendero de aguarrás como camino:
más allá de una leña temerosa,
más allá de un nacer con desatino,
con el rumbo caudal de la babosa.
musgo sin tierra y rama sin jilguero;
sangre turbia y tenaz sin asidero
ni excusa ni conciencia ni alegatos.
Ni mano sin laureles. Son retratos
que la edad me vomita al lapicero
como espigas, con fe de carpintero
y alma de peregrino sin zapatos.
Sin zapatos. Sin alma. Peregrino
de sangre desasida y pez viscosa,
sendero de aguarrás como camino:
más allá de una leña temerosa,
más allá de un nacer con desatino,
con el rumbo caudal de la babosa.
Soneto XLV: Vigía
La purísima estancia que sanciona
los domingos de invierno, incinerados
por hachones de luz, descamisados
junto al tejido añil de mi poltrona.
El blando ventanal que perfecciona
chorros de luz en cálidos bordados
y cenizas de nieve; los tejados
dolida alfombra, cuidadosa lona.
Varado como esfinge o como gato
observo la indolencia de las calles
tras vidrios de un almíbar inmediato:
muchachas que guarecen su retrato,
su busto, sus caderas y sus talles...
Y el mundo se me atora en los detalles.
los domingos de invierno, incinerados
por hachones de luz, descamisados
junto al tejido añil de mi poltrona.
El blando ventanal que perfecciona
chorros de luz en cálidos bordados
y cenizas de nieve; los tejados
dolida alfombra, cuidadosa lona.
Varado como esfinge o como gato
observo la indolencia de las calles
tras vidrios de un almíbar inmediato:
muchachas que guarecen su retrato,
su busto, sus caderas y sus talles...
Y el mundo se me atora en los detalles.
Soneto XLIV: Deshielo
Surquemos esta noche a la deriva,
troquemos los sudores en letargo
hasta la desazón, hasta el embargo
de tu blando gemir por directiva.
Bebamos los minutos, la saliva
que al fin sobre tu piel extiendo, el largo
pecado de los muslos, o tu amargo
y entregado sabor en perspectiva.
Fúndase nuestro cuerpo como nieve
en charco ensimismado y clandestino,
constrúyase lo eterno con lo breve:
Abrazos de codicia y desatino,
siluetas explorando su relieve,
algo así como el germen de un destino.
troquemos los sudores en letargo
hasta la desazón, hasta el embargo
de tu blando gemir por directiva.
Bebamos los minutos, la saliva
que al fin sobre tu piel extiendo, el largo
pecado de los muslos, o tu amargo
y entregado sabor en perspectiva.
Fúndase nuestro cuerpo como nieve
en charco ensimismado y clandestino,
constrúyase lo eterno con lo breve:
Abrazos de codicia y desatino,
siluetas explorando su relieve,
algo así como el germen de un destino.
domingo, 1 de julio de 2007
Soneto XLIII: Lágrimas
Vienes siempre hacia mí con aguacero
de almenas doloridas, y anegada
en parva colusión.
Con dentellada
y minuciosidad de carpintero
destilas aguas, buscas asidero
lacrimógeno y dócil:
rehogada
de caudales, desnudas tu fachada
en llantos que me atrapan.
Prisionero,
no sé si al abrazarte soy prolijo
en ardor que me excava;
si hay un nombre
para este afán arcano de ser fuerte;
si ofrecerle a tu aliento mi cobijo
es azar o designio;
si el ser hombre
implica esta avidez de protegerte.
de almenas doloridas, y anegada
en parva colusión.
Con dentellada
y minuciosidad de carpintero
destilas aguas, buscas asidero
lacrimógeno y dócil:
rehogada
de caudales, desnudas tu fachada
en llantos que me atrapan.
Prisionero,
no sé si al abrazarte soy prolijo
en ardor que me excava;
si hay un nombre
para este afán arcano de ser fuerte;
si ofrecerle a tu aliento mi cobijo
es azar o designio;
si el ser hombre
implica esta avidez de protegerte.
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